jueves, 29 de noviembre de 2012

La física del futbol



La ciencia yace escondida en todos los rincones de nuestra vida y descubrirla es un ejercicio fascinante. Para disfrutar con ella no son necesarios costosos aparatos ni laboratorios ultramodernos, basta con mirar a nuestro alrededor y  sentir curiosidad por lo que observamos. Deshagámonos de los prejuicios rancios que colocan a la ciencia en el pedestal inaccesible del "eso es muy difícil", "yo soy de letras" o toda la colección de tópicos con el que intentamos justificar lo que no necesita justificación. Al fin y al cabo, si no fuéramos ignorantes ¿qué necesidad tendríamos de aprender?

Albert Einstein decía "No entendemos realmente algo si no somos capaces de explicárselo a nuestra abuela". Resulta difícil creer que la abuela de don Alberto comprendiera la Teoría General de la Relatividad pero, si él lo dice... Lo que está claro es que, en el proceso de aprendizaje, hay dos factores que se complementan: el que aprende y el que enseña. Si humano es aprender, más humano es curiosear en lo que no se entiende y si, a pesar del intento no logramos entenderlo, no pasa nada, seguro que el esfuerzo dará sus frutos en el futuro.  Por otro lado, si algo aprendemos, compartirlo con los demás enriquece nuestro propio conocimiento.


PDF ed la teoría de la relatividad




Tendemos a idealizar los textos de ciencia como si fueran artículos de Fe, pero no siempre nos dan una idea correcta de la realidad. Tomemos un texto de física, por ejemplo. La mayoría de los problemas que resuelve están tan idealizados que, muchas veces, solamente tienen un fino hilo de conexión con la realidad.


Todos nos hemos enfrentado a problemas que comienzan: Un vehículo que viaja a velocidad constante... ¡no hay manera de mantener un coche a velocidad constante! El rozamiento de las ruedas, el rozamiento con el aire, los cambios de dirección, las irregularidades de la carretera o del funcionamiento del motor, etc, etc,... hay tantos factores en juego que lograr mantener la velocidad constante durante una hora sería una odisea digna de pasar a la historia. Las fórmulas son necesarias, sí, pero el hecho de no conocerlas, no implica que seamos incapaces de entender el fenómeno. Una fórmula se olvida pero un concepto comprendido permanece ¡no rechacemos la Ciencia por culpa de una fórmula!

Cuando estudiaba enseñanza secundaria, me encontré por primera vez con las fórmulas que describen la caída libre de un cuerpo debida a la gravedad: el movimiento uniformemente acelerado. Un día intenté comprobarlo con un experimento. Desde una gran altura dejé caer una piedra y medí el tiempo que tardaba en golpear el suelo. ¡No hubo forma de que el resultado cuadrara con los cálculos que me habían enseñado! Después alguien me explicó que intervienen muchos otros factores: el viento produce cambios en la trayectoria, el rozamiento con el aire que va frenando la piedra, el giro y la superficie que opone la piedra en su movimiento,… etc. ¡el mundo real es más complicado de lo que aparece en los libros! Pero, curiosamente, me sentí bien después del experimento, averigüé muchas cosas que desconocía y comprendí que las fórmulas tampoco son la panacea.

En muchos casos, éso es lo que realmente nos echa atrás de un libro de física: las fórmulas matemáticas que encierra. Las fórmulas son un maravilloso avance del conocimiento humano, nos permiten ampliar  el entendimiento de la naturaleza y hacer predicciones, sin embargo, para una persona de a pié que no tenga que utilizarlas en su trabajo, no son necesarias. Podemos asumir perfectamente que una piedra se frenará al caer porque choca con el aire en su camino sin necesidad de conocer la fórmula matemática que describe el movimiento. Tampoco conocemos toda la mecánica de un coche cada vez que lo ponemos en marcha, pero ello no nos impide conducir. Lo que  realmente necesitamos es comprender la Naturaleza, discutir y compartir con los demás nuestros conocimientos y disfrutar haciéndolo.

Ulises nos invita hoy a utilizar esta forma de afrontar la ciencia. Nos anima a observar un partido de fútbol y disfrutar de algunas de las cosas que suceden en el campo. El movimiento del balón sirve de excusa para una clase de física que marcó su vida gracias a un profesor capaz de captar la atención de sus alumnos y mostrarles el camino del conocimiento. Escuchen ustedes a Ulises.

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